Hola chicos!, les comentamos que en este ultimo mes nuestro auditorio esta siendo re modelado y la verdad es que estamos muy ansiosos por inaugurarlo!
Pero no solamente estamos reconstruyendo y sacando lo viejo en lo material si no que también es el momento de reconstruir lo espiritual personalmente y en general como ministerio, y te alentamos a que vos también puedas hacerlo!
Para mas información podes entrar a nuestro facebook, allí podrás ver fotos de la reconstrucción y mucho mas...
Ts Jóvenes.
Buscando la sonrisa de Dios
“…Busquen su rostro continuamente” I Cr. 16:11
Este fue un consejo de un hombre que logró conquistar el corazón de Dios. David sabía como agradar al Padre a pesar de sus errores. El secreto estaba en Su rostro.
En el rostro de una persona están los 5 sentidos; visión, audición, gusto, tacto y olfato. En el rostro están los ojos que expresan sentimientos, la boca de donde salen las palabras, los consejos, los besos y la sonrisa que determina: aprobación.
En la bendición sacerdotal vemos una relación clara entre la bendición de Dios y Su rostro.
“Jehová te bendiga y te guarde, Jehová haga resplandecer Su rostro sobre ti, tenga de ti misericordia y ponga en ti paz”.
Cuando el rostro de una persona resplandece tiene que ver con el estado de animo y su aprobación.
“Jehová tiene su contentamiento en su pueblo…” Sal 149:4
¡¡¡Él es feliz con nosotros!!! No debemos tratarle como un ídolo, sino como una persona que tiene ojos y ve, tiene oídos y oye, tiene boca y habla, tiene corazón y siente. Cuando entendemos esto, nuestra actitud cambia. Le amamos como es y le honramos con nuestra conducta en todo el tiempo. Cuando estamos en intimidad no vamos a mostrarle un listado de peticiones, sino a tener una conversación que determina el destino de lo que viene y aclara las cosas como son.
Ahora en varias ocasiones la biblia nos muestra que cuando Dios ve a sus hijos en algún tipo de distracción, error o pecado (que significa errar el blanco), Él esconde Su rostro.
“sus pecados han hecho ocultar su rostro…” Is. 59:2
“Tu rostro buscaré, oh Jehová. No escondas tu rostro de mí…¨ Sal. 27:8-9
La religiosidad nos quiere hacer creer que nunca vamos a estar cerca de Dios, nos quiere hacer creer que la santidad tiene que ver con una lista de cosas que hacer y que no hacer. Muchas personas han sido “santas”, pero por presión, diciendo: “No hago eso para que mi líder no vea y me deje ministrar el fin de semana” o entonces “ojala mis padres no se enteren de eso porque sino me matarían” y con esta actitud se olvida que quizás todos le aplaudan por lo que hace en público, pero Dios esconde su rostro.
Algo que me impactó fue cuando se me reveló el texto de Mateo 7:21-23
“No todo el que me dice Señor, Señor, entrará en el reino de los cielos, sino el que hace la voluntad de mi Padre que está en los cielos. Muchos me dirán en aquel día, Señor, Señor; ¿No profetizamos en tu nombre, y en tu nombre echamos fuera demonios, y en tu nombre hicimos muchos milagros? Y entonces les declararé: Nunca os conocí; apartaos de mi hacedores de maldad.”
¿Cómo puede ser que una persona haga milagros, profetice, eche fuera demonios en el nombre de Jesús, pero que cuando llegue en el día final el mismo Jesús no le conozca?
Lo que el Espíritu me reveló es que mucha gente tiene la mano de Dios sobre sus vidas pero no tiene Su rostro. Cuando alguien acepta a Jesús en su corazón, automáticamente la mano de Dios viene sobre esta persona, entonces tiene toda autoridad y permiso espiritual para sanar enfermos, hacer milagros y aún echar fuera demonios. Pero hay una diferencia entre salvación y conversión.
La salvación es instantánea por la gracia de Dios y el poder de la cruz. Pero después se inicia un proceso de transformación de la mente y del carácter, hasta que Cristo sea formado en su interior. En la conversión es que uno debe buscar más el rostro de Dios, que las señales.
¡SER USADO NO SIGNIFICA SER APROBADO!
“Procura con diligencia presentarte a Dios aprobado, como obrero que no tiene de que avergonzarse, que usa bien la palabra de verdad”. II Tm. 2:15
¿Cómo estás presentándote ante Dios?
Cuándo Dios te mira, ¿Él se sonríe o esconde el rostro?
El hablar de Él, cantar acerca de Él, profetizar en su nombre y aún ser muy usado en cualquier área no determina su aprobación. Sino en quienes somos en el secreto y como estamos vestidos espiritualmente.
Hay gente que se preocupa mucho de cómo presentarse ante las personas y caer bien a todos y nunca se pregunta ¿Le gustará a Dios como estoy?
¿Cómo hacer que Dios se sonría?
Quizás algunos digan la gran excusa: “Nadie es perfecto”. Pero aquí no es cuestión de perfección sino de un corazón quebrantado que no puede vivir sin la sonrisa de Dios.
“Si se humillare mi pueblo, sobre el cual mi nombre es invocado, y oraren, y buscaren mi rostro, y se convirtieren de sus malos caminos, entonces yo oiré desde los cielos, perdonaré sus pecados y sanaré su tierra”. II Cr. 7:14
La humillación del corazón está relacionada a la búsqueda del rostro de Dios.
Si por algún motivo Dios escondió su rostro de ti, la forma de llamarle la atención otra vez es desarrollando un hábito de confesión.
“Si confesamos nuestros pecados, él es fiel y justo, para perdonar nuestros pecados y limpiarnos de toda maldad”. I Jn. 1:9
La confesión te libera de la cárcel de condenación, limpia la conciencia, saca a fuera toda tu sinceridad que atrae la mirada de Dios. Cuando Dios te ve con un corazón que no puede vivir lejos de Él, entonces se sonríe!!!
Se debe confesar por sus nombres, no decir: Perdona TODOS mis pecados. Pecado tiene nombre. (Ver = Col 3:5-11 / Gal. 5:19-21 / Ef. 4:17-24)
Busca alguien que consideres una autoridad espiritual sobre ti y confiesa todo lo que te separa de Dios, trata todo lo que tengas que tratar, pero que la motivación sea provocar la sonrisa de Dios y no quedar bien con la gente o tener el permiso para servir mejor. Se trata de agradarle a Él en todo el tiempo!
“Tal es la generación de los que buscan tu rostro…” Sal 24:6
Por Marcos Brunet.
Suscribirse a:
Entradas (Atom)